Se acabó el Estado de Alarma y me
percato que no he escrito una línea en esta bitácora durante los
tres meses y un pequeño pico que ha durado, qué cosas, con tanto
tiempo 'libre' jajajajaja...
Lo cierto es que dicho tiempo ha sido
aprovechado, a la par que descubrir que el teletrabajo no es tan
maravilloso: la cabeza todo el día metida en los temas laborales y a
la par en tres grupos de whatsapp que no paraban de dar la tabarra
(cosas que pasan cuando a una administración pública le pilla el
toro y los recursos informáticos dejan bastante que desear...). Pero
sí, el confinamiento doméstico (una o dos salidas semanales para la
compra en las semanas más estrictas) me ha cundido y atendí varios
frentes de cosas que tenía en espera, y de paso, me inventé alguna
nueva.
Donde más he estado enfrascado ha sido
en mi pequeño taller, liado con mis reparaciones y restauraciones,
de ello dejé alguna constancia en El Tocadiscos Feliz, si bien tengo
entradas pendientes por teclear de bastantes trabajos. También unas
cuantas noches haciendo revelado en papel a la antigua usanza. Y para
remate me inventé hacer emisiones de radio en streaming creando para
ello el canal de Radio Alkazaba, con emisiones los fines de semana
que ya quedan en suspenso hasta que me dé un volunto, de las mismas
queda constancia en mi página de Mixcloud.
Mantener ocupada la cabeza ha sido
fundamental para mí, especialmente para combatir la soledad
afectiva, porque aunque medios de comunicación no nos faltan, soy
una persona que necesita el contacto con los seres queridos, contacto
directo... y mis hermanas en la otra punta de Granada y mi pareja en
Sevilla, pues se me hizo bastante duro este aspecto. Pero por lo
demás, la reclusión doméstica ha tenido otros aspectos positivos:
silencio absoluto en la casa (tras desaparecer del bloque toda la
chiquillería estudiantil) y en la calle (ni tráfico, ni aparcas en
el jardín poniéndose ciegos de cerveza), el cielo de Granada se
puso precioso (esto sólo lo pude apreciar en las salidas
posteriormente permitidas). Y sí, el mundo se paró, para bien y
para mal.
Soy de los que piensan que este 'reset'
debería hacernos tomar nota sobre muchas cosas, pero en medio de
toda esta vorágine mi posicionamiento estricto respecto a las
medidas y precauciones hasta me ha costado un rifirrafe en las redes
sociales, donde se me ha llegado a tachar de fascista por considerar
que no podemos estar tomándonos las normas a coña y que se habría
requerido más contundencia punitiva en su cumplimiento. Y es que ser
de izquierdas para mí consiste en hacer un ejercicio de la
responsabilidad individual orientada al interés colectivo, y el
individualismo disfrazado de supuesto anarquismo no es más que un
suma y sigue a nuestros vicios nacionales. Pero ya nada me extraña,
en este país el ambiente está desde hace tiempo bien emponzoñado y
hasta uno mismo ha de revisar que dice o escribe porque nadie está
libre de derrapar sin darse cuenta.
A colación de la pandemia y sus
cuestiones políticas, sí que tuve ocasión de escribir,
estrenándome en la prensa local gracias al ofrecimiento de la
asociación Granada Republicana UCAR, y dejé constancia en el
artículo Los Dilemas de la Pandemia, donde circunscribiéndome a
unos límites de escritura intenté abordar cuestiones que ya
llevaban tiempo rondando mi cabeza y que inicialmente había pensado
publicar en este blog, pero ahí os remito. Desde que escribí esas
líneas la olla express social no ha parado de coger presión. El
artículo se prestaría ahora a una ampliación y revisión, pero
estoy cansado, muy cansado de lo que nos rodea. De aplaudir a los
sanitarios hemos pasado a un afán desbocado de querer ocupar las
terrazas de los bares, y el rebote de contagios va a ser tremendo.
Pero claro, no os preocupeis, que ahí tenemos esa oposición
responsable que día sí y día no alterna el lamento con el
lanzallamas. No tenemos parangón en Europa, absolutamente
bochornoso. Y no digo que el gobierno lo haya hecho de fábula, para
nada (los temas de comunicación han sido nefastos en muchas
ocasiones) pero sí que tengo muy claro que en manos de otros
gobernantes la factura habría sido escandalosamente superior a la
sufrida (vean los ejemplos de sus 'amigos', EEUU, Reino Unido,
Brasil) pero eso sí, tendríamos un luto institucional con mucha
pompa y misa diaria.
Me desmoraliza mucho pensar que no hay
remedio, que ni habiendo vivido este cataclismo se propongan
alternativas a otra forma de vivir y de organizar las ciudades, la
economía, de alcanzar unos grados mínimamente aceptables de
justicia social. Así que seguiré refugiándome en la música y en
mis viejos aparatos simplemente por crear mi propia burbuja de
bienestar en la medida de lo posible. No sé cuantas mierdas estarán
por venir aún...
1 comentario:
Galdós, Antonio. Galdós....
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