Mientras termino de elaborar una reseña
discográfica abordo otra cuestión, inicialmente mi intención era
dedicar este espacio a cuestiones meramente hedonistas sin quebrarme
la cabeza con la realidad política y social, más cuando esto de las
redes sociales es mucho ruido y pocas nueces.
Pero hay momentos en que uno no puede
abstraerse de lo que le rodea. Precisamente estaba leyendo un
artículo titulado ¿De qué parte estas? y encuentro que se cita a Sartre. Yo
tengo un dicho que se asemeja mucho: somos esclavos de nuestras
palabras y nuestros silencios. La cuestión es que el
fascismo enseña la patita en Italia y también aquí en España ¿no
se lo creen?. Pues miren lo que está pasando en el Valle de los
Caídos, un mausoleo de vergüenza en donde la España más
retrógrada le encanta retratarse.
Ninguna persona que tenga el más
mínimo aprecio por los conceptos de Democracia y Libertad debería
mirar hacia otro lado respecto a sucesos como este. Cierto es que
esto debería haberse resuelto mucho tiempo atrás (al dictador no
había que haberlo dejado ni enfriar allí), como devolver la
dignidad a las familias que reclaman los restos de los masacrados por
la dictadura que reposan en incontables fosas. Mala transición
hicimos, a medias como poco.
Miren, yo no tengo ningún fallecido
que reclamar, pero encuentro de justicia inexcusable poner orden en
este sindiós. El tema parece ser tabú y siempre se refuta con esa
frase de no reabrir heridas. No señores, es que a las
heridas se les pusieron puntos forzosamente sin que estuvieran
adecuadamente cauterizadas, y la pus ya rebosa y puede
arrastrar a esta sociedad a otra época de oscuridad. Este fenómeno de no poder quitarnos ese lamentable pasado tiene un nombre: Franquismo Sociológico, y en este artículo se aborda de una forma bastante amplia y acertada.
¿Exagero? Veamos la senda que se está
marcando el partido que acaba de ser desalojado del poder en este
país. Desalojado por cierto de forma totalmente legal y
constitucional, porque las mociones de censura están ahí para algo,
y lo que cuenta en nuestro sistema es la mayoría de la cámara,
nunca ese mantra de la lista más votada que no dejan de cacarear
como argumento de gato panza arriba. El nuevo y reluciente líder,
Pablo Casado, expone un argumentario que lejos de tomar nota de como
la sociedad española estaba harta de ellos, ahonda más en
retroceder al pasado y renegar de los progresos sociales. Me quedo
con dos de sus máximas en estos momentos que está la cuestión
caliente: “La España de las banderas en los balcones”,
olé, reduccionismo puro de patriotismo mal entendido. La otra carta
de presentación es su propuesta de reforma de la Ley Electoral
para beneficiar el partido más votado, un “bonus” de 50
diputados nada más y nada menos, mayoría absoluta para gobernar sí
o sí aparte de hacer saltar por los aires el principio
constitucional de proporcionalidad, que ya estaba bastante
perjudicado de por sí por la combinación de la Ley D'Hont y nuestro
sistema de circunscripción. Eso sí que es gobernar por la puerta de atrás, no que te desalojen del gobierno por una monción de censura que se hizo mucho esperar, ante un escenario de corrupción que no tiene parangón en Europa.
Lo cierto es que la derecha en este
país tiene muy mal perder, cada vez que son desalojados del poder
juegan a tensar las cuerdas de la sociedad hasta el límite, o más
allá de los límites como ya sucedió en 1936. Y luego se les llena
la boca de la palabra democracia, ese concepto que menosprecian,
porque oportunidades para renegar del franquismo las han tenido a
patadas pero siempre se ponen de perfil. Y es una
incógnita si también de perfil se pondrá la Iglesia Católica
Española, esa que mira a otro lado mientras el actual pontífice
intenta avanzar hacia el futuro: me refiero al desplante del abad de la abadía, que se ha puesto rebelde lo que no es de extrañar por su adscripción a la Falange Española Independiente.
Lo de la deriva de nuestra monarquía...
mejor para otro día que me dé otro volunto, que debo cuidar la
tensión arterial, el colesterol, y mis contracturas musculares.
Disculpadme pues la meada fuera de
tiesto, pero como ciudadano, como persona comprometida políticamente,
no puedo permanecer en silencio, o seré esclavo de los
acontecimientos que me temo están por venir. Nadie debería callarse
si está en desacuerdo con esta escalada del fascismo en Europa,
tenemos la obligación moral de manifestarnos individual y
colectivamente.
Antonio Pérez Villena, republicano, de izquierdas y agnóstico.
1 comentario:
sabias palabras
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