Que no Antonio, que no... no escribas de política en el blog. Pero luego se montan las habituales polémicas estériles y se me inflan las gónadas y termino entrando al trapo. Porque la sociedad española parece no tener remedio, aquejada de un infantilismo que se manifiesta en todos sus estratos y órdenes. ¿Me pillo a la maleta? ¿A dónde?
Mucho meme y mucha foto 'cárnica' por las redes sociales estos días a colación de las declaraciones en un vídeo del Ministro de Consumo, Alberto Garzón. A continuación el Presidente del Gobierno sale con su 'chuletón al punto imbatible' y se contradice a sí mismo desautorizando a su ministro, cuando el tema está recogido en las agendas 2030 y 2050 (“Numerosos estudios señalan que el consumo de carne de la población española es entre dos y cinco veces superior al recomendable“). Para remate del chiste el ¿líder? De la oposición se hace una foto en una magnífica parrilla con los fuegos apagados. Y rizando el rizo, el diputado Juan Ignacio Zoido pone un tweet con una foto de la peor fritanga aludiendo a 'dieta mediterránea'. País de pandereta.
Fuentes gubernamentales aducen que “no es el momento”. Si tienes un ministro con unos programas acordados y definidos ¿le atas de pies y manos? ¿le tienes de florero?.
Como era de esperar, siempre que se aborda un tema que afecta a modificaciones de nuestra economía y sistema productivo, se lía parda también desde el sector empresarial afectado y las lluvias de críticas y peticiones de dimisión no se hacen esperar. También es verdad que además de las cuestiones de hábitos, salud y sostenibilidad, habría de tenerse en cuenta que el Estado debe promover alternativas a otros modelos, que aquí todas las 'reconversiones' han terminado engrosando la lista del paro. Lo de la 'Agenda' me parece más un 'querer quedar bien' que propuestas serias.
No voy a prodigarme sobre lo que está más que señalado por organismos y organizaciones internacionales acerca de las consecuencias para la salud y el medio ambiente del binomio 'exceso de consumo de carne / macrogranjas'. Y el que no quiera enterarse es que tiene menos visión que Rompetechos.
¿Recuerdan la que se lió cuando se prohibió fumar en establecimientos públicos? Vamos, es que íbamos a la ruina con aquello. Algo que en el resto de Europa llevaba años siendo lo normal. Hoy por suerte puedo degustar ese chuletón que de vez en cuando me apetece, sin tener que estar a la par tragando humo de tabaco. Y aquellos viajes en autobús con nube de humo... Pero bueno, estando la norma ya aprobada tuve un vecino que salía de su casa cigarro en boca y te dejaba el ascensor perfumado, muy repeinado y engominado él, 'mu ejpañol'. Igual sucedió en Granada capital cuando se decidió peatonalizar ciertas calles del centro, 'otra ruina'... y ahora son un hervidero comercial.
La 'idiosincrasia española', es algo que comento con uno de mis mejores amigos y tenemos diferentes visiones al respecto. ¿Exactamente que es? A mí esa suerte de genuidad la mayoría de las veces me saca de quicio, y es que seré extraterrestre quizás. Podríamos remontarnos como ejemplo al 'Motín de Esquilache' en el que parece que había muchos más intereses en la trastienda que el 'bando de capas y sombreros'. ¿Se traduce acaso en un exacerbamiento del individualismo que roza lo irracional?... El lector quizás me pueda tachar de 'colectivista', pues sí: lo soy. También muy desencantado y hastiado.
Y la cuestión de 'transversalidad', os preguntareis a cuento de que la traigo al caso... Me explico: estas alturas ya ni tengo claro que puede significar un gobierto progresista o de izquierdas. Para mí supone una profunda y radical transformación social, económica, ecologista.... Confieso no comulgar con el mundo en que me toca vivir. ¿Utópico? Quizás... pero sin utopías caemos presa del inmovilismo absoluto, y en definitiva: la decadencia.
Y el quid de la cuestión para el caso: todo pasa por la economía al final. Ese 'mantra sagrado' de un sistema montado para que seamos siervos del mismo. La economía decide siempre las convocatorias electorales, más en un país con una economía frágil como el nuestro. Y por eso es complicado, muy complicado, armar y defender un discurso de izquierdas donde defendamos a la par la redistribución de la riqueza, los servicios públicos, la defensa del medio ambiente, el feminismo y la lucha contra la lacra de la violencia machista, los derechos de las minorías o cualquier colectivo que se salga del 'patrón' (ahí tenemos reciente el salvaje asesinato de Samuel). Queremos ser transversales, pero al final lo que en las urnas va a contar son los índices de paro y miseria que llevamos años arrastrando, precisamente a causa de un sistema económico que no da más de sí.
Así que está cantado que si una empresa con dinero contante y sonante va a una localidad a plantar una macrogranja, todo van a ser parabienes aunque el número de empleos que produzca tenga una ratio ridícula en comparación con modelos más tradicionales y sostenibles. El Ayuntamiento que le toque seguramente se lo pondrá en bandeja.
Y así todo... a golpe de 'chuletón'. Triste. Y lo del Tribunal Constitucional lo dejo para otro día, precisamente porque es perjudicial para mi salud.
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