martes, 28 de julio de 2020

El Festival que sobrevivió a dos pandemias

Una vez finalizada la 69 edición del Festival Internacional de Música y Danza de Granada, quiero dedicar unas líneas al mismo y dejar por aquí mis impresiones -positivas adelanto- sin que las mismas pretendan ser un ejercicio de crítica musical, para eso al final les dejaré una serie de referencias a artículos escritos en prensa así como otras de la bitácora de mi amigo Fernando López Vargas-Machuca en las que desgrana a fondo algunos de los conciertos. Particularmente he podido disfrutar una pequeña parte de Festival, porque he estado y sigo ausente de Granada por unas merecidas vacaciones. Ya en mi anterior entrada hablé del año de marras.

Foto del Facebook del Festival Internacional de Música y Danza de Granada (Fermín Rodríguez)
Y el título de esta entrada no es por querer hacer una gracieta, en el mismo quiero constatar tanto el mérito de haber sacado adelante esta edición con las difíciles circunstancias que el mundo de la cultura está atravesando y también el afortunado cambio en la dirección del mismo, porque antes de la pandemia ya las cosas habían tomado un rumbo que no me gustaba nada.

En diciembre del año pasado la prensa local se hacía eco de la renuncia de Pablo Heras-Casado en la dirección de nuestro amado Festival. El artículo que mi comentario enlaza dá algunas pistas sobre la etapa vivida estos años atrás, pero si queda alguna duda yo doy mi opinión (no tiene valor alguno adicional, las opiniones son como los culos: todos tenemos uno): años anodinos en el Festival pero consagrados a la promocion y gloria de su ex-director, experto en habilidades sociales e imagen (me pregunto cuanto tiempo le queda para dedicarse a las partituras). Lo que les decía en el título: ya tuvimos otra pandemia en el Festival...

Pocos días despues supimos del nombramiento de Antonio Moral como nuevo director del Festival, que habrá de cubrir el puesto hasta 2025. Esta noticia fué acogida en general con optimismo, porque el refranero es sabio, y zapatero a tus zapatos, que un músico no tiene por que ser un buen gestor. Y las referencias que pude obtener eran esperanzadoras.

Y en marzo de 2020 se decretó el estado de alarma y ya sabemos bien lo que llevamos vivido a cuento de la pandemia. Numerosas incertidumbres han sobrevolado esta 69 edición, que felizmente ha tenido lugar y con un resultado de alto nivel. Seguramente será por lo vivido, por el ansia de música, pero hacía años que no acogía con tanta ilusión la publicación de la programación.

El Festival de este año, conservando en buena parte sus características organizativas de años anteriores (los habituales 'matinales', los grandes eventos en el Palacio de Carlos V, la danza, el Fex, los cursos...) ha pivotado sobre dos grandes puntos de referencia: el Año Beethoven y el Piano como gran protagonista. Ambos con una gran zona 'común' que ha servido de hilo conductor a buena parte de la programación. Y en el pianos los aciertos han sido plenos y nombre en estricto orden alfabético para no dar pie a posible podium: Argerich, Baremboim, Chamayou, Perianes, Sokolov y Zimerman. Ahí es nada, una edición inolvidable. En lo relativo a Beethoven yo habría hecho más hincapié en su maravillosa música de cámara (se he prodigado poco) y no tirar tanto de sinfonismo y conciertos, repertorios bastante trillados aunque también siempre disfrutables.

El Requiem de Mozart en la magnífica Catedral de Granada abrió por derecho propio el Festival el día 25 de junio,  con una difusión que no me consta haya tenido lugar anteriormente: a la transmisión en directo por Radio Clásica se sumó la completa con imagen por la Radio Televisión Andaluza, esta última con un despliegue de medios considerable, además de una cuidada realización. La pena es que la transmisión televisiva quedó empañada por unos abundantes e inexplicables problemas de sonido, pero la toma de sonido de Radio Nacional de España que yo estuve escuchando (con la consiguiente descoordinación respecto a lo que veía en pantalla) es de quitarse el sombrero. Pocos recintos habrá tan complicados en cuanto a acústica como la Catedral de Granada, y esto implica tanto la parte técnica de obtener una mezcla compensada y natural (insisto, los tiempos de reberveración son terribles) como la parte musical. Considero que Andrea Marcon y la Orquesta Ciudad de Granada firmaron uno de los momentos más emotivos de la historia del Festival (las circunstancias pesan mucho, evidentemene), sin olvidarme de la que sí puedo calificar de excelente intervención de coro y solistas. Es muy difícil atender a condicionantes tan complejos sin que la parte artística se resienta. Escribiendo estas líneas estoy escuchando la grabación radiofónica que efectué y me reafirmo en las impresiones que viví ese día. Una interpretación con unos tempi en general bastante reposados, fraseos bastante cuidados y una coordinación asombrosa entre orquesta, coro y solistas. Retomo la cuestión de la difusión de dicho concierto: a los pocos días fue transmitido en diferido por Televisión Española. Estas cosas deberían darse más... y aquí dejo por ahora estas línea de modesto crítico musical.

La novedad más significativa de esta edición quizá sea el que se ha denominado 'Festival Digital': la emisión de seis recitales con sonido y vídeo a traves de Internet. Si bien esta estrategia de difusión ha sido ante todo una respuesta ante los problemas de aforo en recintos reducidos, yo la veo factible incluso para un futuro de 'plena normalidad'. El primero de estos eventos sufrió la novatada, con problemas de acceso e interrupciones (una lástima porque Pepe Romero era uno de mis intereses destacados), pero luego la organización tomó nota y hubo tres plataformas distintas a las que conectarse. Yo no me lo pensé mucho y opté por Youtube en cuanto se dió esa posibilidad. Pero sí quiero hacer un inciso crítico en esta cuestión, porque de unos años a esta parte muchos eventos grabados del Festival son posteriormente difundidos a través de Mezzo (y estos del 'Festival Digital' ya me han informado que seguirán este patrón). Y esta cuestión seguramente no es una responsabilidad tanto de la organización del Festival, sino de la cada vez menor presencia de Radio Clásica en el mismo. No entiendo que teniendo cadenas de radio y televisión públicas haya que optar por esos canales. Pero es que lo de Radio Clásica merece un escrito a parte, lleva tiempo siendo penosa. Para mí no hay mucha discusión posible: todos los festivales que tienen lugar en nuestro país deberían ser transmitidos íntegros por dicha emisora, para música enlatada ya tengo yo mis recursos.

Pero bueno, he disfrutado mucho de esas emisiones 'digitales' y si he de escoger una de ellas sobre las restantes, me quedo sin dudar con el recital de Javier Perianes en el Pórtico del Palacio del Partal y con un programa de claras reminiscencias granaínas que ofreció belleza a raudales. Perianes sigue creciendo como pianista.

Ya puestos, me dió lugar a ver dos conciertos en riguroso directo: Tenebrae (con Tomás Luis de Victoria como principal protagonista) en el Monasterio de San Jerónimo y Grigory Sokolov (programa Mozart y Schumann) en el Auditorio Manuel de Falla. En el primer caso un coro excepcional (según mi amigo Fernando, el mejor del mundo) y en el segundo un reencuentro muy deseado (ya conocí al pianista ruso hace la friolera de 18 años, en el mismo escenario) que no defraudó. Sokolov tiene un magnetismo especial que hace que el público quede atrapado e inmerso en la música, así es como lo viví. Más de dos horas de música sin toses, Sokolov seco en las formas, tocando todo de seguido, pero también generoso con las seis propinas ofrecidas. Pero como ya adelanté, este entrada en la bitácora no era para extenderme con crítica musical.

Finalizo estas líneas abordando otra cuestión: la escasa presencia del órgano en el Festival, mal que llevamos arrastrando años (y que con Heras-Casado entró ya en estado crítico) y deseo que Antonio Moral subsanará. En esta edición hubo algunas obras interpretadas en el órgano de la Colegiata de los Santos Justo y Pastor, en el transcurso del recital que ofreció Música Alchemica el día 12 de julio. Muy poca chicha para una ciudad como Granada, con una cantidad considerable de instrumentos restaurados y en buenas condiciones de uso para ofrecer una extensa variedad de repertorios.

Estas impresiones musicales han sido hoy comentadas y compartidas con mi amigo Fernando López Vargas-Machuca a la par que nos poníamos tibios de vino y tapas buenas en su tierra, Jerez de la Frontera, y dejo constancia de ello con esta instantánea bajo la vigilante mirada de Lola Flores, que p'a arte el que tenía ella.

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Enlaces a algunos artículos en prensa:
Enlaces a la bitácora de Fernando López Vargas-Machuca:

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