miércoles, 1 de julio de 2020

El año que nunca olvidaremos


Se acabó el Estado de Alarma y me percato que no he escrito una línea en esta bitácora durante los tres meses y un pequeño pico que ha durado, qué cosas, con tanto tiempo 'libre' jajajajaja...

Lo cierto es que dicho tiempo ha sido aprovechado, a la par que descubrir que el teletrabajo no es tan maravilloso: la cabeza todo el día metida en los temas laborales y a la par en tres grupos de whatsapp que no paraban de dar la tabarra (cosas que pasan cuando a una administración pública le pilla el toro y los recursos informáticos dejan bastante que desear...). Pero sí, el confinamiento doméstico (una o dos salidas semanales para la compra en las semanas más estrictas) me ha cundido y atendí varios frentes de cosas que tenía en espera, y de paso, me inventé alguna nueva.

Donde más he estado enfrascado ha sido en mi pequeño taller, liado con mis reparaciones y restauraciones, de ello dejé alguna constancia en El Tocadiscos Feliz, si bien tengo entradas pendientes por teclear de bastantes trabajos. También unas cuantas noches haciendo revelado en papel a la antigua usanza. Y para remate me inventé hacer emisiones de radio en streaming creando para ello el canal de Radio Alkazaba, con emisiones los fines de semana que ya quedan en suspenso hasta que me dé un volunto, de las mismas queda constancia en mi página de Mixcloud.

Mantener ocupada la cabeza ha sido fundamental para mí, especialmente para combatir la soledad afectiva, porque aunque medios de comunicación no nos faltan, soy una persona que necesita el contacto con los seres queridos, contacto directo... y mis hermanas en la otra punta de Granada y mi pareja en Sevilla, pues se me hizo bastante duro este aspecto. Pero por lo demás, la reclusión doméstica ha tenido otros aspectos positivos: silencio absoluto en la casa (tras desaparecer del bloque toda la chiquillería estudiantil) y en la calle (ni tráfico, ni aparcas en el jardín poniéndose ciegos de cerveza), el cielo de Granada se puso precioso (esto sólo lo pude apreciar en las salidas posteriormente permitidas). Y sí, el mundo se paró, para bien y para mal.

Soy de los que piensan que este 'reset' debería hacernos tomar nota sobre muchas cosas, pero en medio de toda esta vorágine mi posicionamiento estricto respecto a las medidas y precauciones hasta me ha costado un rifirrafe en las redes sociales, donde se me ha llegado a tachar de fascista por considerar que no podemos estar tomándonos las normas a coña y que se habría requerido más contundencia punitiva en su cumplimiento. Y es que ser de izquierdas para mí consiste en hacer un ejercicio de la responsabilidad individual orientada al interés colectivo, y el individualismo disfrazado de supuesto anarquismo no es más que un suma y sigue a nuestros vicios nacionales. Pero ya nada me extraña, en este país el ambiente está desde hace tiempo bien emponzoñado y hasta uno mismo ha de revisar que dice o escribe porque nadie está libre de derrapar sin darse cuenta.

A colación de la pandemia y sus cuestiones políticas, sí que tuve ocasión de escribir, estrenándome en la prensa local gracias al ofrecimiento de la asociación Granada Republicana UCAR, y dejé constancia en el artículo Los Dilemas de la Pandemia, donde circunscribiéndome a unos límites de escritura intenté abordar cuestiones que ya llevaban tiempo rondando mi cabeza y que inicialmente había pensado publicar en este blog, pero ahí os remito. Desde que escribí esas líneas la olla express social no ha parado de coger presión. El artículo se prestaría ahora a una ampliación y revisión, pero estoy cansado, muy cansado de lo que nos rodea. De aplaudir a los sanitarios hemos pasado a un afán desbocado de querer ocupar las terrazas de los bares, y el rebote de contagios va a ser tremendo. Pero claro, no os preocupeis, que ahí tenemos esa oposición responsable que día sí y día no alterna el lamento con el lanzallamas. No tenemos parangón en Europa, absolutamente bochornoso. Y no digo que el gobierno lo haya hecho de fábula, para nada (los temas de comunicación han sido nefastos en muchas ocasiones) pero sí que tengo muy claro que en manos de otros gobernantes la factura habría sido escandalosamente superior a la sufrida (vean los ejemplos de sus 'amigos', EEUU, Reino Unido, Brasil) pero eso sí, tendríamos un luto institucional con mucha pompa y misa diaria.

Me desmoraliza mucho pensar que no hay remedio, que ni habiendo vivido este cataclismo se propongan alternativas a otra forma de vivir y de organizar las ciudades, la economía, de alcanzar unos grados mínimamente aceptables de justicia social. Así que seguiré refugiándome en la música y en mis viejos aparatos simplemente por crear mi propia burbuja de bienestar en la medida de lo posible. No sé cuantas mierdas estarán por venir aún...

1 comentario:

Fco. Javier Gámez dijo...

Galdós, Antonio. Galdós....