jueves, 22 de marzo de 2018

Amor por la radio

Tengo una relación apasionada con la radio, convivo con ella desde que tengo uso de razón y a día de hoy me causa desazón. El tema viene de herencia familiar, precisamente en Granada hubo un establecimiento de mi familia paterna llamado Pérez Martínez Hermanos Radio y allí mi padre trabajó de joven como técnico. Ya siendo niño y con su ayuda, construí mi primera radio galena con la que escuchaba las emisoras de onda media por la noche en la cama, incluyendo aquel famoso programa de Antonio José Alés dedicado a los fenómenos paranormales Medianoche, que me ponía los pelos como escarpias y provocaba efectivas y recurrentes pesadillas. Aquel diseño -que ni necesitaba pilas para funcionar- tuvo alguna modificaciones por mi parte para mejorar sus prestaciones, usando siempre como antena la colchoneta metálica de nuestras antiguas camas.

Mi padre, Antonio Pérez Martínez, en el establecimiento familiar
Poco tiempo después me aventuré a construir mi primer receptor a válvulas de vacío, al que sobreviví de algún que otro calambrazo (aquello funcionaba directamente conectado a la red sin transformador de aislamiento alguno), pero aquello era una gozada haciendo sonar un altavoz en vez de estar pegado a un incómodo auricular. Coincidiendo con esta época, hice un trato con unos familiares por el cual me quedé con una preciosa radio a válvulas, un Telefunken Mozart con el amplié mi rango de escucha a la onda corta y empecé a tener una nueva afición: el diexismo. Radio Nederland y La Voz de Moscú me abrieron horizontes de conocimiento y culturales -casos francamente contrapuestos en sus planteamientos sin duda- y alimentaban mi incipiente curiosidad de pre-adolescente.

Receptor "a reacción" construido con válvulas de vacío y alojado en una espantosa caja de marquetería.
Los años 80' trajeron novedades a casa, un flamante radio cassette Grundig RR1140; el sonido estereofónico entró definitivamente en mi vida y la posibilidad de grabar en cinta mis programas favoritos de la FM. Empecé a sufrir del síndrome de la discofilia: conecté el pickup Dual que teníamos en casa a aquella maravilla y monté un par de bafles para empezar a escuchar música en condiciones. Pero no nos desviemos: aquel Grundig estableció mis primeros lazos afectivos con Radio Clásica y por supuesto también escuchaba la música de moda del momento. Las bandas de onda corta de aquel receptor no resultaron ser finalmente tan excelentes como prometía, aún así me permitió seguir disfrutando con mayor calidad y comodidad explorando el dial y seguir descubriendo nuevas emisoras.

Grundig RR-1140, a medias entre radio cassette y los "Satellit"
Además del Grundig, mi padre apareció un día por casa con una emisora de Banda Ciudadana que le habían prestado. No recuerdo exactamente la marca de aquel aparato, pero fué con el dí el paso de no sólo recibir, sino emitir en onda corta (banda de 11 metros). La instalación de antena no podía ser más cutre y con evidentes limitaciones, en ese momento me autobauticé como Antonio Alcazaba. Algún tiempo después esa emisora fué sustituida por una de tipo casero (marca Karkit) que tuve en funcionamiento hasta aproximadamente 1988. Ser radioaficionado en Banda Ciudadana era una suerte de red social gracias a la cual conocías gente de tu ciudad y al final había reuniones (a las que llamábamos quedar en vertical) con diversas excusas, desde tomar unas cervezas hasta ir a avistar platillos volantes (alerta ovni eran estos eventos), o juegos tipo escondite para localizar una emisora ambulante (cacería del zorro). Tengo muy buenos recuerdos de esa época de adolescente, y amigos que aún perduran (Balifort, tú que me lees...).

Mi viejo "ladrillo", el emisor Karkit de Banda ciudadana.
Supongo que como a muchos, el servicio militar supuso un corte en bastantes hábitos, y resultó mi despedida de la Banda Ciudadana. Aún así, de mi paso por Melilla conservo otro pequeño radio receptor marca Sonata que me ha dado muchas horas de satisfacción. Fueron muchos meses fuera de la península y yo necesitaba seguir alimentando mi sed de ondas. Aquel aparatito disponía de las habituales frecuencia modulada, onda media y cuatro bandas de onda corta que requerían una especial habilidad con el mando de dial para ir encontrando las emisoras. Me ha acompañado muchos años, en excursiones por Sierra Nevada y cuando he estado colaborando en los campamentos Scouts como cocinero. 

Mi amigo Javier "Balifort" y yo probando antenas en un campamento Scout.
Y por la noche explorando las bandas de onda corta, cada uno con nuestro receptor.
Cuando me emancipé del domicilio familiar, el Telefunken siguió acompañándome y en estos años, he seguido adquiriendo aparatos y disfruto poniéndolos en marcha, pero para hablar de eso ya tengo otro blog. Además el viejo Sonata que compré en el servicio militar fué sustituido por un flamante Tecsun con todas las ventajas de los receptores modernos con opción de escáner, memorias, pantalla de segmentos, etc... un regalazo que precisamente mi amigo y compañero de banda ciudadana Javier "Balifort" me hizo unas navidades.
Mi Telefunken "Mozart", viejo amigo que sigue en casa funcionando.
Ayer y hoy de mis receptores portátiles, el viejo "Sonata" y el "Tecsun"
Y todo esto que llevo escrito era en principio una introducción a esta cuestión: ¿cual es el momento actual de la radiodifusión? Dejo el tema para una posterior entrada al blog, que ya he escrito mucho.

3 comentarios:

Fco. Javier Gámez dijo...

Que bonito Antonio. Muchas gracias por las referencias. La radio es sin duda uno de nuestros refugios, junto a los libros y a la música. Que haríamos sin ellos!!!

Jesus dijo...

Tienes que ir haciendo testamento. A quien vas a ceder semejante legado?

Unknown dijo...

El receptor Tecsum, me hizo recordar
a mi radio Grundig Yacht Boy 400.!
Me la habían regalado en 1990 aprox.
y con las mudanzas, se "mudan" las cosas...
Como a tantos nacidos en los '50
la radio significa muchas cosas;
luego uno se va adaptando a los nuevos tiempos
pero siempre recordamos con afecto,
aquellos "modernos-artefactos" que
-poco a poco- iban entrando en nuestras vidas.
Muy agradables de leer, son tus comentarios.
Desde Buenos Aires te envío un saludo cordial
y pases un buen fin de semana.!
Jorge Luis Argüero - 66 años