Soy consciente que esta entrada en la
bitácora es un grito en el desierto, que poco se puede hacer cuando
el borreguismo se implanta como forma de comportamiento y de resultas
de eso quienes tenemos algo de conocimiento y una visión crítica de
las cosas quedamos como unos putos frikis, pero el derecho al pataleo
no me lo quita nadie.
El tema viene provocado por una
tontería ciertamente: este fin de semana he tenido un par de viajes
en coche compartido (no voy a poner nombre a la plataforma, sabéis
cuales son) que me sacaron de mis casillas, y es que uno es algo
delicado para el tema de la música. Conclusión por adelantado: el
personal tiene un oido frente al otro y se conforma con ruido.
En el viaje de ida en principio
teníamos la radio puesta y aquello sonaba como el demonio, el
conductor -un chaval- me respondió cuando le hice una moderada
observación 'ya, es que este era el coche de mi padre y algunas
cosas están un poco así'... pero es que sólo se escuchaba la
música por los tweeters, los altavoces principales debían estar
cascados, así que entre las interferencias de moverse por carretera
y aquello, mis oídos terminaron saturados de ruidos y altas
frecuencias. Llegó un momento en que le dije 'si puedes bajarlo un
poco'... y entonces tuvo la feliz idea 'ah, tengo un disco en la
bandeja, sonará mejor'. Pues sí, sonaba un poco menos horrible,
pero de la vomitiva radiofórmula pasamos a un bodrio en el que
básicamente todo era caja de ritmos en bucle, con escasos elementos
melódicos y palabras sueltas a lo largo la interminable hora que
restaba hasta el final del viaje. Resumiendo: una tortura.
El viaje de vuelta fue sólo
ligeramente menos horrible: al menos el reproductor sonaba medio
decentemente, pero el repertorio fue reguetton durante las dos horas
y pico del trayecto. En este caso ya iba con el móvil bien de carga,
me enchufé mis auriculares y me aislé: a grandes males, grandes
remedios. Beethoven se encargó del resto.
Ya hace un tiempo escribí en este mismo cuaderno de bitácora sobre el revival de los discos de
vinilo y abordaba algunas cuestiones relativas al binomio
audiofilia/postureo, en esta ocasión lo que quiero abordar es la
gran contradicción de nuestra época. Nunca hubo tanta tecnología y
medios para escuchar música, nunca hubo tanto acceso de facilidad a
la música, pero las nuevas generaciones -salvo contadas excepciones-
escuchan la música peor que nunca (el altavoz de un teléfono móvil
por ejemplo) y no escuchan más allá de las modas más comerciales y
pobres musicalmente hablando.
¿No quieres gastarte un dineral
comprando discos? Vale, te puedes abrir una cuenta en una plataforma
de streaming a un precio casi ridículo, pero es que incluso si
soportas la publicidad, puedes escuchar multitud de cosas sin pagar
un duro. Y para escuchar música con algo de calidad, vale un móvil
incluso, pero si le conectas unos auriculares decentes. Que sí, que luego estamos los bichos raros como yo que nos
dejamos un dinerito mensual en música y que disfrutamos de tirarnos
en el sofá y convertir el salón de la casa en un auditorio. Hay
para todos, nadie está fuera. Lo del criterio musical es más
subjetivo y jodido...
Me pregunto que habrá provocado este
fenómeno que vivimos, y creo que los dos aspectos guardan relación.
Sociedad y hábitos se retroalimentan, yo lo resumiría en ruido y
prisa. Ruido porque tenemos información en sobreabundancia, pero
información que no vale para nada en la mayoría de los casos: falta
de profundidad, léxico y sintaxis pésimos, la simplificación
condensada en mensajes cortos y lo más impactantes posibles ¿Quieren
ejemplos? Un rápido paseo por las portadas de muchos medios de
información digitales y por supuesto, las malditas redes sociales.
Sí, esas que tanto nos interconectan y donde no para de circular
mierda. Prisas en todo, ¿cuanto tiempo dedica la media de la
población a la lectura a diario? Y la otra pregunta ¿cuanta gente
dedica un cierto tiempo a escuchar música? Ojo... no a tenerla de
fondo. Si la pregunta es ¿te gusta la música y quieres saber además
de escuchar? … el círculo se cierra enormemente: cuatro gatos
compramos libros sobre el tema o buscamos artículos para leer (en
internet los hay a miles).
Así pues, quienes mantenemos un cierto
criterio en sobre la música, tanto en sus aspectos técnicos
como los intrínsecamente musicales, ahora terminamos arrastrando un
sambenito de elitismo, y la gran paradoja es que vivimos unos tiempos
en que la música no tiene porque ser para nada elitista. Y tener un
sistema de sonido minimamente decente no es cosa de ricos, hay para
todos los públicos, ahora más que nunca.
La imagen que encabeza esta entrada
ilustra lo que quiero decir... adivinanza... está en la
contraportada de un disco de Mike Oldfield ¿cuál? Ese disco tuvo su
historia, que da pie a que otro día hablaré de las consecuencias de
lo aquí expuesto en la producción musical, entre tanto seguiré con
otras cosas. Entretenimiento no me falta.
Gracias por vuestra paciencia.
4 comentarios:
Esos viajes son un sufrimiento, Antonio cuidate!!!!
Hola Antonio, "escuchar" música en ambiente público es un sufrir y no parar. Las generaciones nuevas se conforman con cualquier porqueria que sea transportable, no importa la calidad del sonido. Tampoco va en el poder adquisitivo, he visto millenials que ganan una pasta usando el parlante del celular, las odiosas "soundbar" e incluso parlantes de ordenador para escuchar su maldito reggaetón. Es que esa vida de no tener nunca el culo quieto en casa los obliga a contar con dispositivos móviles donde puedan compartir con el del al lado lo que están oyendo, no olvides que juegan una carrera a ver quien es más guay. Los que estamos acostumbrados a escuchar en equipos de decentes para arriba, lo pasamos realmente mal en este caos sonoro que han creado.
No se te puede discutir nada, todo lo que dices tienes razón. Últimamente estoy viviendo situaciones similares con demasiada frecuencia (no modulada). Por eso y para estas situaciones estoy pensando en adquirir auriculares con un buen sistema de cancelación de sonido exterior y que el aislamiento sea total. Intentar escuchar a Bach, por poner un ejemplo como podría haber dicho Jethro Tull, oyendo de fondo y con sordina estribillos con palabras con tan sabio mensaje como "te gusta la gasolina" es ya suficientemente claustrofóbico sin necesidad de ir encerrado en un coche con unos pocos extraños con los que sentiría que no tengo nada en común.
¿que pasó con el gran criterio musical imperante de la gente de mi generación?
Cuando me hago esta pregunta me tengo que plantear si la cuestión está en mí, que me pasa igual que pasó a mis padres y abuelos en su momento. Pero no es el caso, yo no me cierro a música actual, siempre que haya un mínimo de creatividad, de arte, de emoción.
No puedo valorar a un cantante que no sabe entonar sin el autotune (como odio ese invento).
No estoy en contra de la tecnología, al contrario, proporciona herramientas fantásticas al buen músico. Sí estoy en contra de su mal uso y abuso que tortura nuestros oídos.
A ver que nos trae la siguiente generación, ya va tocando un poco de buen gusto y criterio.
Ánimo
Ante tanto mal gusto y cerebro de gimnasio ya me conformo con que no me prohíban escuchar la música clásica.
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