viernes, 6 de julio de 2018

La Música que viene a nosotros


Llevo unos días sin poner nada aquí y me voy de vacaciones, y estaba yo dándole vueltas a la cabeza con que os podía deleitar. En fin, es verano y volvamos a las aficiones, las musicales para mí las primeras. Esos días libres además de patear mundo cuando es posible, tambien son muy reconfortantes para estar en casa y escuchar nuestros discos favoritos.

Ayer, no sé a cuento de qué, me vino una observación peregrina a la cabeza: muchos de mis descubrimientos discográficos han sido por pura casualidad. Tan tonto con entrar a una tienda, mirar un disco y decir uy, esto me llama... y resultar finalmente una magnífica adquisición. Así por ejemplo descubrí a la abadesa Hildegard von Bingen en un excelso disco de The Gothic Voices, y a día de hoy el disco es raro de encontrar, que cosas...
A feather on the breath of god / emma kirkby, christopher ...
 ¿Será que cuando amas la música los discos terminan por buscarte a tí? Menuda rallada... lo cierto es que cuando estas enganchado a esto de acumular música en formato físico, visitas tiendas reales y virtuales, y uno está manejando material, pero algunos de esos que tienes en la discoteca no te explicas como no los habías tenido o conocido antes.

Con los discos de segunda mano para mí aún es más extraña esa relación. Es como que los adoptas, ya tuvieron una vida con un melómano antes que tú, y en parte incorporas un cachito de su memoria a tu vida. No dejo de hacerme esas reflexiones cuando pongo discos que tienen más de 40 años de ser publicados y suenan en mi tocadiscos, te preguntas ¿quien disfrutó como yo este mismo momento?

Como ya apuntaba, el tanteo a ojo en tiendas y mirando ofertas me llevó a muchos descubrimientos gozosos en música clásica y antigua, hubo una época que te ibas al Continente y tenía una nutrida sección de discos con reediciones baratas de sellos que hoy día se echan de menos como Erato. Gracias a unas rebajas conocí a Ton Koopman y la Orquesta Barroca de Amsterdam.


A otros les tengo especial cariño, porque fueron mis primeros discos y los compraba directamente a precio. Cuando en Granada existía la sección de discos en Linde (hoy Festival Discos como tienda independiente también al frente de Paco) compré cosas por 150 o 200 pesetas que ahí siguen sonando. ¿Cómo los voy a dejar huérfanos si estan conmigo desde mi adolescencia?

En el mercado de segunda mano empecé a ponerme las botas hace unos años ya con internet, y especialmente me ha nutrido la discoteca de jazz, así por ejemplo: me dio el punto de hacerme una colección en formato 7" (singles y extended play) y por rebote y ojo de buen cubero, apalabrando un lote metí un single de Erroll Garner, que a día de hoy es uno de mis pianistas de jazz favoritos... hay que ver con las casualidades. Hace pocos días me traje de un vendedor de Sevilla un LP de Chris Barber and his Jazz Band, una gozada de Dixieland en estado puro, y sí, pillado así porque me entró por la vista con un lote de clásica que adquirí (antiguos fondos de Radio Popular Sevilla que estan siendo liquidados).

 

Tengo muuuchos más casos como estos con los que no os voy a aburrir, maravillas encontradas en Reciclaje (cuando tenía un surtido interesante, hoy tristemente está un poco trillado) y Discos Marcapasos en mi ciudad. De vez en cuando en Sevilla también recalo en Coleccionismo Don Cecilio, y allí escondidos entre montones de discos de flamenco y rumba, aparece cada cosa... que me he traido a precios de risa.

Así que ya os contaré como vuelvo de Berlín, donde he fichado unas cuantas tiendas que me temo me van a dejar la tarjeta bancaria tiritando... pero no se duda mucho. La música nos hace más felices, o un poco menos infelices, ¡es una inversión que no escuece!

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