martes, 24 de mayo de 2022

Recuerdos de Kiev

Han transcurrido tres meses desde que las tropas rusas cruzaron las fronteras de Ucrania, iniciando un conflicto cuyo fin no se ve cerca y cuyas consecuencias empezamos a sufrir indirectamente. Desde luego, el horror lo vive el pueblo ucraniano que está ofreciendo una resistencia que no esperaba el invasor.  En junio del año 1996 yo estuve dos semanas en Kiev, y mis recuerdos se han removido. He restablecido contactos con algunas personas que conocí allí. Estas líneas son un recuerdo a las mismas y se las dedico con cariño.

9635 Km. es la distancia Kiev-Madrid

En esa época yo trabajaba como técnico para una empresa local que digamos era la delegación de la división profesional de Philips en Granada. A nosotros nos contrató la Universidad de Granada para realizar unos trabajos para la Universidad Taras Shevchenko de Kiev, concretamente su Facultad de Filología (actualmente agrupada en el Instituto de Filología Taras Shevchenko). Se trataba de instalar equipos de traducción simultánea en dicha institución.

Facultad de Filología Taras Shevchenko

Hace muchos años de aquello y es posible que cometa algún error en mi reconstrucción. La cuestión es que aquello se organizo en el aspecto práctico del siguiente modo: Los dos técnicos que fuimos a hacer la instalación (vamos, toda la plantilla de la empresa sin contar al jefe, que ejercía de jefe...) percibíamos directamente las dietas de la propia Universidad de Granada y en vez de alojarnos en un hotel, lo hicimos en la vivienda de Marisa, una estudiante de aquella Universidad, que junto con su madre Larisa nos acogieron con gran cariño y atención.

En casa de Larisa y Marisa

La estancia duró unas dos semanas, en las que decidimos hacer todas las horas posibles en los primeros días para avanzar el trabajo y poder conocer Kiev. Era mi primer viaje fuera de las fronteras españolas, a un país y cultura absolutamente diferentes, y yo estaba absolutamente alucinado y expectante. En aquellos días nos acompañaron además de Marisa otros estudiantes de la facultad, que además de servirnos de traductores a lo largo de nuestro trabajo, se volcaron con nosotros. Sus nombres: Irina, Natasha y Nicolai, compartieron nuestro tiempo libre y establecimos una comunicación excelente. Estos dias, removiendo la correspondencia, pude dar con la pista y he contactado con ellos por Facebook. Se encuentran bien, aunque hay ya un caso de acogimiento por refugiado, y están muy preocupados con toda la razón.

Irina y Natasha luciendo estilo.

Ese grupo de estudiantes no escatimó simpatía y buena disposición para enseñarnos su ciudad y todos sus rincones, compartimos con ellos bastantes impresiones, y es evidente que ansiaban que su pais afrontase un futuro próspero, creo que sólo percibí en Nicolai cierta nostalgia del régimen anterior. Ahora me arrepiento de no haber levantado un diario con todos los paseos y visitas que compartimos juntos. Es muy triste saber que esa ciudad, al igual que otras, ha sufrido una destrucción considerable. Es inevitable que cuando algo te es conocido, lo sientes de modo diferente.

Marisa al piano, era profesora de música en Kiev.

¿Qué impresión me traje? Lo que saltaba a la vista era una franca debacle económica, producto del colapso sufrido tras el derrumbamiento de la Unión Soviética. Ucrania ya era un estado independiente desde 1991, todas esas naciones estaban 'arrancando' y bajo mi punto de vista sufrieron el establecimiento de un capitalismo sin control asociado a unos altos niveles de corrupción. Se pasó de un extremo al otro, y la corrupción -insisto- campaba libremente.

El barrio donde nos alojábamos.

En el trabajo que desarrollé, encontré unas instalaciones que en su momento se habían realizado con muy buena factura, pero que llevaban décadas sin actualizar. En los pupitres de aprendizaje los alumnos manejaban aún magnetofones de bobina abierta. El personal de la Facultad que se relacionó con nosotros fueron dos: recuerdo uno más vinculado a administración (que de primeras nos trató con bastante desconfianza, pero luego cambió radicalmente) y otro netamente técnico, este último no se me borrará jamás, era Vladimir, un encanto de persona y pese a no entendernos nada si no teníamos a nuestras estimadas estudiantes a mano, siempre encontrábamos el modo de comunicarnos.

Un servidor montando equipos. 
Al fondo Irina observando.

En el trato con los ucranianos, encontré en ellos gente abierta y amable. El uso de las dos lenguas era lo habitual, y en esa época no percibí clase alguna de sentimientos negativos hacia Rusia. Las cosas han sido más complicadas en la última década, y desgraciadamente no mejorarán con lo que está sucediendo.

Celebrando la finalización de la instalación con el personal de la facultad.
En esta foto si está a la derecha Nicolai.

En este relato van algunas fotografías realizadas con cámara de 35mm. , digitalizadas de modo algo improvisado del papel, ilustrando mi encuentro con la ciudad. Me falta una que no pude hacer por falta de luz (recordemos, las cámaras digitales estaban en pañales y eran muy caras aún), en una de las estaciones del Metro de Kiev había un impresionante mural realizado con teselas, absolutamente propagandístico, elogiando las bondades de la energía nuclear. Recordemos que sólo 93 kilómetros separan Kiev de Chernobyl, y yo estaba algo inquieto por si en la ciudad hubiera rastro de radiación.

Pero el susto no vino por la radiación. La única experiencia negativa del viaje fue un desagradable percance vivido en los sótanos del metro de Kiev. La policía nos retuvo con excusas y un objetivo claro: obtener dinero. Del suceso quedó este testigo fotográfico, ya que los mismos policias nos ataviaron con sus gorras y nos hicieron una foto con mi cámara. El asunto lo llevamos a la oficina consular, donde la respuesta me dejó helado: "menos mal que no ofrecisteis resistencia, porque a saber como podríamos haberos sacado de aquí". La corrupción evidentemente campaba a sus anchas.

 Esta foto no es un souvenir, todo lo contrario.
Menudo mal rato.

Pese a este suceso, el viaje fue una de las mejores experiencias de mi vida. Traje muy gratos recuerdos, el contacto con otra cultura, otras gentes. Los paseos por la extensa ciudad de Kiev.. Deseo que este horror termine lo antes posible y los ucranianos puedan vivir en paz. Y ojalá los lazos entre Ucrania y Rusia se puedan regenerar algún día, pero ahora lo veo muy lejano.

Estatua dedicada a Taras Shevchenko.

Actuación musical en un parque.

Monumento a la amistad entre los pueblos de Rusia y Ucrania.
Ha sido desmantelado en abril de 2022.

Una de las iglesias de Kiev,
que no he podido identificar.

En la Facultad, con las cabinas de traducción que instalamos, tras nosotros.
Las estudiantes que nos acompañaron, y a mi derecha el entrañable Vladimir.


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