lunes, 4 de junio de 2018

Los discos de vinilo resurgen ¿nueva moda?

Los discos de vinilo vuelven a estar de moda y es un tema ya frecuente en la prensa. Hace unos días leí un artículo que ya tiene algún tiempo, que hacía mención al notable incremento en las ventas los mismos, situándonos en niveles de los años 90. El fenómeno está provocando tener que reabrir plantas de prensaje que llevaban décadas cerradas.

Decca Full Frequency Stereophonic Sound, la edición original de este LP del director español Ataulfo Argenta alcanza precios astronómicos en el mercado de segunda mano. El sello Decca marcó un antes y después en la alta fidelidad con la calidad de sus grabaciones y prensajes. Ojo a la fecha de publicación: 1958
Soy un gran amante del formato, y mi modesta colección sigue creciendo día a día con adquisiciones tantos de nuevos prensajes como del mercado de segunda mano, no obstante, me gustaría hacer una análisis crítico del momento que vivimos en la música comercializada en formato físico (excluyo pues los streaming y descargas).

Quien nos iba a decir en 1983, cuando el Compact Disc salió al mercado, y con un primer diagnóstico de absoluta aniquilación del viejo formato, que los microsurcos resurgirían de sus cenizas mientras las ventas de CD's van cayendo en picado (ahí si hacen mella las descargas y Spotify). Han sido unos años bastante convulsionados en la industria discográfica, con muchos fenómenos a tener en cuenta.

La cuestión tiene dos vertientes para enfocarla, una técnica y otra comercial.

Técnicamente estas últimas décadas han estado plagadas de contradicciones. Cuando más medios ha existido en los estudios de grabación se ha grabado peor, es fácil comprobarlo: podemos pasar unas cuantas grabaciones al azar por un editor de audio y comprobar que los niveles de compresión son inauditos cuando el disco compacto permite un rango dinámico de 90 decibelios. El lema es que la música suene a tope, punto. Me refiero especialmente al panorama del pop y el rock, con unos niveles de pobreza en la producción que son para llorar (y para recolmo,  las emisiones de radio en FM usan como material ficheros MP3). Pero es que ni la música clásica se ha librado de esto, especialmente en muchos reprocesados de antiguas grabaciones donde se ha retocado y ecualizado en exceso.

Maletita tocadiscos "Crosley", para alardear de que te encanta el vinilo y destrozar tus discos.
Desde el punto de vista del melómano/discófilo hay otro problema: la desaparición de la cultura Hí-Fi. Nos encontramos pues con una polarización en cuanto a qué medios usamos para escuchar música, o bien tocadiscos que parecen de juguete (donde mucha gente pone maravillosas ediciones de vinilo de 180 gramos), la obsesión porque las cajas acústicas sean la mínima expresión posible en espacio, etc. Y al otro extremo lo que se denominan ahora audiófilos o fanáticos del término anglosajón High-End, capaces de dejarse las gónadas comprando unos cables para altavoces con propiedades esotéricas en algunos casos, o con tocadiscos de diseños estratosféricos. Ni tanto ni tan calvo: no hay que arruinarse para escuchar con calidad, pero es cierto que el mercado de sonido doméstico ahora mismo está desregulado, o compras una patata o te abonas al postureo, los modelos que están en la franja intermedia no termino de ver sus diseños prácticos en muchos casos. Luego está la opción de comprar equipos de segunda mano de los años 70' – 80', que le pueden sacar a uno bien del apuro, pero necesitas un técnico que los sepa poner a punto. Resumiendo: si te gusta el disco de toda la vida y quieres disfrutarlo, mejor contrasta muchas opiniones y tómalo con calma.

Tocadiscos Thorens TD-160 equipabo con brazo SME, el "summun" de la Hi-Fi en los años 70.
Además, lo de los prensajes tiene mucho chiste. Un disco de vinilo ni tiene que ser una como una loncha de jamón ibérico (así venían los de finales de los 90') ni un entrecot de ternera (200 gramos de plástico, excusa perfecta para clavarte la cartera). El grosor de la placa donde más influye es en la conservación del disco, menos proclive a deformarse, pero no es un parámetro relacionado con su calidad sonora. Son muchos los factores que influyen la misma: calidad y procesamiento (que no sobreprocesamiento) del máster, buen ingeniero en la máquina de corte del acetato, procesos de galvanoplastia cuidados, calidad del material (más que la cantidad). Sí, es más difícil hacer un buen disco de vinilo que un disco compacto, en su momento había mucha gente que controlaba ese tema, y técnicas de las que ya casi nadie habla como la denominada Half Speed Mastered, esto es, hacer funcionar tanto la máquina de corte del acetato como la cinta máster a la mitad de velocidad, para mitigar los problemas de corte a altas frecuencias. En fin, un poco triste terminar poniendo el entrecot de 200 gramos a hacerse en un Crosley. Pero no seamos negativos, la técnica sigue avanzando y el HD-Vinyl apunta a una mejora sustancial en la calidad de los prensajes basada en la investigación, que no en el peso. Este sistema apunta a ser el sucesor de los antiguos Half Speed Mastered.

Edición "Half-Speed Mastered" del álbum "Thriller"
Plantearse escuchar un disco de vinilo desde la perspectiva de la pureza del sonido analógico, es una tontería como la copa de un pino. Salvo los discos que tengamos fabricados en el pasado puramente analógico, en la actualidad cualquier disco que compremos contiene audio almacenado y procesado digitalmente. Se dan casos excepcionales de algunas reediciones que siguen usando las técnicas originales a partir de un máster analógico directamente al corte del acetato. Hay sospechas de que incluso muchas reediciones que no son del sello oficial, ha hacen cortando el acetato a partir de un vulgar CD. En el caso de reediciones del propio sello de origen la cosa tiene bastantes garantías de calidad, se hacen a partir de remasterizaciones digitales a 24 bits o sistemas equivalentes. El mismo sistema que antes hemos citado de HD-Vinyl, se ha de basar obligatoriamente en una fuente digital de alta resolución.

La parte comercial de todo este fenómeno revival es bastante sangrante. Empecemos porque en todos estos años unas pocas multinacionales han acaparado casi todo el mercado, absorbiendo a multitud de sellos (algunos bien importantes). Pocas empresas con un enorme fondo de catálogo, que están explotando a base de bien. Reeditan una y otra vez (ya con el CD lo hicieron) material que lleva años más que amortizado, y en algunos casos con precios abusivos y con tiradas calculadamente escasas para pasado un tiempo tener el reclamo de un nuevo lanzamiento. En esto tenemos más de un avispado que pilla cantidad y luego lo pone en reventa.

Curiosidades que poca gente recuerda: el disco de vinilo también tuvo su versión multicanal, con distintos sistemas incompatibles entre sí. Aquí la edición Cuadrafónica "SQ" de "The Dark Side of the Moon". El experimento funcionó en los años 70 sin llegar a cuajar definitivamente. No salía barato precisamente.
En el panorama de los sellos españoles, ninguno de los grandes de antaño se ha librado de ser engullido, y enumero los que recuerdo por orden alfabético: Belter, Fábrica de Discos Columbia, Fonomusic (antes Sonoplay), Hispavox, Zafiro (y su sellos asociados Chapa-Discos y Novola)

Hay pequeños sellos independientes que se están aventurando a publicar en disco de vinilo, poniendo también en valor los factores estéticos del asunto (portadas y diseño). Y comercios locales que sobreviven a las ventas por internet, otro azote que habría que replantearse. Desde luego se agradece porque además ofrecen una música que se sale del estándar a nivel de mierda que está el mercado actual.

Cómo habreis podido comprobar, he sido bastante crítico con todo lo que rodea al resurgir del disco de vinilo y os preguntareis si a mí el fenómeno me trae al fresco. Pues para nada, estoy bastante contento porque me gusta el soporte y tener de nuevo más disponibilidad del mismo, me gusta porque llevo desde mi infancia usándolo y porque me permite una palpabilidad que con los formatos digitales tengo la sensación de que me falta algo. Llevo toda la vida comprando discos y conseguí maravillas de segunda mano en la época que a todo el mundo le dio por deshacerse de sus plásticos para abrazar el compact disc. Pero no me monto absurdas pajas mentales con el tema: tengo LP’s, CD’s y SACD's (para mí un formato excelente y con opción multicanal), y benditos sean estos últimos si están bien producidos para la música clásica, permitiendo unas gamas dinámicas que el formato analógico no permite. Pero me resulta indignante que las discográficas se intenten aprovechar una vez más del melómano-discófilo que es quien a fin de cuentas mantiene en pie todo el chiringuito.

Habrá que ver como discurre el fenómeno en los próximos años y que pasada esta tormenta de la moda si se consolida el formato de nuevo con unos parámetros razonables, entre tanto: a río revuelto, ganancia de pescadores: las multinacionales se ponen las botas.

4 comentarios:

Fco. Javier Gámez dijo...

Muy buena crítica. Comparto contigo totalmente todo lo que has comentado Antonio.

Efrén dijo...

Totalmente de acuerdo. Cuando la gente sabe que atesoras vinilos te fríe la cabeza con teorías que han oído y que no se sostienen. La guerra del loudness se cargo el buen sonido hace mucho y eso no tiene nada que ver con el formato.

Jesus dijo...

Muy bien expresado!

Anónimo dijo...

Es cierto. El vinilo tiene ese encanto que ofrece el soporte, con sus carátulas que tanto juego nos han dado (muchas creadas por excelentes diseñadores gráficos como Holger Mathies). El CD fue un recurso precipitado, y sus problemas (sobre todo de lectura) fueron difícilmente subsanados (a costa de lectores de Alta Gama que muchos no podíamos costear. No obstante, tuvo más ventajas que inconvenientes, opino.
Después, gracias a los formatos de Alta Definición en audio, con muestreos elevados y una profundad de bits más acorde a las necesidades de la auténtica fidelidad sonora, podemos decir (yo me atrevo al menos) que el audio digital ha alcanzado su madurez (siempre en condiciones ideales).
Otra vertiente tan importante como el modo en que las disqueras distribuyen el material es cómo lo graban. Aquellos tiempos en que los ingresos estaban más o menos garantizados y los sellos importantes disponían de ingenieros de sonido con una alta cultura musical y general están ya un poco distantes...